Asfixiante.

Posted on 18:12 by Kiros | 1 comentarios

El tintineo de la lluvia le devuelve a la realidad y encarama hacia un lugar muy lejano el velo que hace unos instantes le envolvía, llueve... piensa, mientras que las gotas se arremolinan sobre el cristal, danzando sobre la superficie mientras inevitablemente se precipitan al vacío. Posa suavemente el rostro sobre el fino vidrio y cierra los ojos, como descansando y evadiendo la realidad, como si remembrara los auspicios de aquel trance que había corrido la misma suerte que las gotas que escuchaba deslizarse frente a él. Inspira suavemente y descubre los vestigios de un aroma perfumado extrañamente familiar.

Abre los ojos y observa meticulosamente el paisaje que le deparan sus ojos, la inmensidad bajo los grilletes de aquel cielo nublado. Vuelve a clausurar sus párpados, suspira, los vuelve a abrir e inconscientemente se encuentra avanzando por uno de los extensos corredores que contemplan la ciudad, tap-tap-tap, el devenir de sus pasos rasga el silencio de una calle inexplicablemente vacía. Tuerce llegado al vértice y descubre una preocupante e inherente tranquilidad, tranquilidad que solo aumenta su inquietud. Comienza a correr, primero con un tímido trote que, según va aumentando su desazón, deja lugar a una carrera nerviosa, con pasos entrecruzados e imprecisos, hundiendo sus pies en el agua, pero eso no le importa, necesita alcanzar la próxima esquina, está al alcance de su mano y la roza, virando su rumbo una vez más.

Frena en seco, centenares de paraguas apuntan presumidamente hacia el cielo sostenidos por una marea de personas en la cual se vé envuelto. Avanza dificultosamente, está empapado, la ropa le pesa y las gotas de lluvia corren libremente por sus mejillas. Mira a la gente a los ojos y descubre algo aterrador, lloran, lloran sin lágrimas, esconden su soledad y ahogan sus miedos en zapatos de tacón y chaquetas de colores. Su intranquilidad deja paso a la preocupación y decide abrise paso de cualquier forma entre el gentío, cada vez se va asfixiando más, sus ojos se van entrecerrando, cada vez más paraguas, cada vez más cabezas, cada vez más chaquetas de colores, cada vez más zapatos de diseño...y oscuridad.

(...)

El dulce tacto de unos labios se posan sobre los suyos, en su oído resuenan aquellas dos palabras que tanto le gustaba escuchar. Abre los ojos y se encuentra con aquellos dos luceros sin fondo rebosantes de indescriptible belleza y misterio, perdiéndose en su hipnótica mirada y sin pretender regresar, ella le sonríe mientras le dice que despierte, a él se le ilumina el alma, le devuelve la sonrisa y la envuelve entre sus brazos para susurrarle aquellas palabras de delicadeza inenarrable.

"No hay arma más poderosa que las palabras, ni herramienta más fructífera que una voz que las abrigue"



-Kiros-


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