Pianista.

Posted on 3:02 by Kiros | 10 comentarios

Un piano en un rincón da vida a esta habitación, tan efímero... A veces siento que puedo volar...
Belleza escondida detrás de ventanas luminosas, reflejos dorados que iluminan mis mañanas, sonrisas donde se ahogan los lamentos, virtud aparente, terreno por explorar (...)

Despierto empapado, fantasmagóricas formas rondan mi mente aún, mi respiración todavía entrecortada intenta amainar mientras que mi cabeza, ausente, intenta discernir a través de la penumbra qué es este lugar. Me incorporo vacilante y, con el primer paso, la vieja madera que recubre esta habitación empieza a crujir de misteriosa forma, sonido que me acompaña a cada paso que doy y que me hace preguntarme que rumbo debo tomar. Cierro los ojos, inspiro y acto seguido exhalo, vuelvo a inspirar, mis pulsaciones se van normalizando, decido proseguir y, en un momento de valentía, decido adentrarme a través de la puerta que franquea estas cuatro paredes. Avanzo despacio, precavidamente, intentando racionar los pestañeos, expectante cual serpiente calcula el momento exacto en el que se lanzará mortalmente sobre su presa, la diferencia es este presagio que me hace sospechar que esta vez yo no soy la serpiente.

Detengo mis pasos, cada músculo de mi cuerpo contraído por la tensión parece entrar en un estado de profunda relajación, mis ojos se cierran buscando agudizar mis sentidos a la par que mi mano busca una pared donde hallar reposo. En ese mismo instante, por mí oído empiezan a desfilar un sinfín de notas, notas que de forma ininteligible me hacen dar un paso, luego otro y así sucesivamente buscando inconscientemente el origen de aquellos acordes, ¿lo escucháis? jamás escuché melodía más bella, indescriptible, inenarrable...

Mis pasos se detienen, mis ojos se abren y con una calma contemplativa observo el esotérico lugar en el cual me hallo, un candelabro postrado en el centro ilumina tímidamente el corazón de la sala, un pequeño y gastado sillón rojo lo acompaña, al cual me dirijo de forma instintiva y en el cual inconscientemente me siento. Paralizado y sobrecogido, fijo mi mirada en una de las oscuras esquinas donde entre las sombras, el enigmático pianista hace del momento un sueño del cual jamás quiero despertar.


-Kiros-


El lienzo

Posted on 4:24 by Kiros | 1 comentarios

Redacto estas líneas mientras me pregunto sobre lo que es justo y no es justo en esta vida, muevo mi pluma al compás de una lágrima que recorre libremente mi rostro, para acabar precipitándose en la más absoluta de las oscuridades. Miro a mí alrededor y, entre la penumbra de la habitación, logro distinguir las formas de aquellos cuadros que componen el álbum de fotos de mis recuerdos.

Cierro los ojos y acaricio suavemente el muro de hormigón que compone una de las cuatro paredes que dan forma a este misterioso habitáculo, deslizo mi mano por la fría superficie no sin preguntarme con cierta melancolía el por qué estos muros albergan tanto misterio y, a través de su enigmático tacto hay una sensación que logro distinguir y, como no, la plasmo sobre este lienzo que hace las veces de papiro o de puerta al corazón.

Miro por la ventana, la noche envuelve la ciudad y un mar de estrellas decora elegantemente el cielo, cuya luz, como si de una sinfonía de luciérnagas se tratase, baila solemnemente con la Luna.

Vuelvo sombre mis pasos y poso mis ojos sobre una pintura que ocupa una posición predilecta en este lugar, la observo durante unos minutos en un silencio sepulcral. Cierro mis párpados y, por mi mente, empiezan a desfilar un sin fin de imágenes, de momentos e intuitivamente me dirigo a por mi pluma, no sin antes arrancar este trozo de papel y empezar a escribir sobre uno nuevo:

No hay palabras capaces de expresar lo carentes de sentido que estarían estas letras si tu no estuvieses aquí. Eres la inspiración que mueve mi pluma, la calma en la tempestad, quien me guía cuando mis pasos se pierden, pero también la única que los sabe encontrar.

Kiros


La Sombra.

Posted on 1:14 by Kiros | 0 comentarios

Tac Tac Tac, resuenan sus pisadas en medio de la penumbra, una gota de sudor frío atraviesa su frente y recorre su rostro, sus ojos, retrato del más espeluznante terror, miran desesperadamente por encima de su hombro, quizás con la remota esperanza de no ver a aquella fantasmagórica sombra que le acecha. Su respiración, acelerada y entrecortada, busca bocanadas de oxígeno en mitad de la noche, oxígeno que puede que le empiece a escasear, pero él disipa todos estos pensamientos de su cabeza e incansablemente, sigue con su sinfonía de pisadas que se pierden por un estrecho corredor del casco histórico de la ciudad.

Tuerce por una perpendicular y se desliza rápidamente hasta llegar al centro de una pequeña plaza, donde se detiene mientras examina exhausistamente cuanto tiene alrededor. Tras una breve pausa de apenas unos segundos, decide continuar en dirección Norte, no sin antes comprobar como su perseguidor se acerca peligrosamente, cada vez más cerca de echarle el guante.

Durante cinco eternos minutos avanza calle tras calle hasta llegar a una arboleda, donde sin dudarlo, se adentra perdiéndose entre la vegetación, dejando atrás aquel laberíntico conglomerado de hormigón. Rápidamente se oculta en un escondrijo entre unos matorrales y espera a que todo pase agazapado en las sombras, sosteniendo entre sus manos una foto.

En el reverso de la misma, alcancé a leer: "te quiero".

Kiros


Expreso.

Posted on 4:40 by Kiros | 0 comentarios

Oscuridad, que provoca que sus fantasmagóricas pesadillas parezcan realidad, oscuridad, que trae consigo a sus amigas miedo y soledad, oscuridad, tan solo rota por el roce de una mano en su faz.

(...)

Una capa de nubes grisácea es atravesada por unas gotas que, estrepitosamente, chocan contra el suelo produciendo ese sonido tan único propio de la simbiosis entre el agua y la madera. Una suave brisa acompaña la melodía de la lluvia, soplando en los oídos de aquellos que, con cuyos pasos, ponen percusión a la banda sonora de una imagen cuyo contenido es difícil describir tan solo con palabras.

Cruje una traviesa y él se mira los pies, las deportivas que lleva puestas le delatan, el camino ha sido largo y complicado, pero ahí está; miento, ahí están. Mira hacia atrás, ladeando su cabeza ligeramente hacia la izquierda y el paisaje que encuentra no es demasiado alentador, árboles de ilusión caídos y matorrales de decepción en pie, felicidad esparcida por el suelo y un sabor a dolor en el aire.

Pese a todo, él sonríe con cierta melancolía y agarra con más fuerza su mano a la par que contempla como todo aquello ya queda atrás. Ella le mira con detenimiento, pero acaba por ladear también su cabeza, pero hacia la derecha, para una vez más, contemplar como lo que hay entre los raíles que ha dejado atrás no eran precisamente rosas. Mira sus deportivas sobre la madera, sus punteras chocan con las de él...

Él cierra los ojos y ella acaricia su rostro con infinito cariño provocando que él despierte de su trance para proseguir el camino, de la mano, destilando amor a cada paso.

Kiros


Caminando entre árboles.

Posted on 17:58 by Kiros | 1 comentarios

Las hojas crujen a lo lejos, el silbido del viento resuena en mis oídos y, en una calma contemplativa abro los ojos a la par que observo con sumo detenimiento el paraje que se extiende a mi alrededor. Decido ponerme en pie, y sin más dilación, empezar a caminar con un paso suave, abstraído en mis pensamientos, como si todo lo que me rodea no fuese conmigo. Una ligera luz grisácea se filtra entre las nubes y se deja ver entre las copas de los árboles, definitivamente hay elementos con los cuales no puede la frondosidad del manto verde que me recubre y eso, sin duda, es esperanzador.

Observo cuidadosamente durante el transcurso de mi travesía los árboles que me rodean, están aquí, observan mi paso, pero no me acompañan y, según siga mi camino, les perderé de vista y posiblemente mis pies no vuelvan a topar con sus raíces, paradójico y triste, pero sin duda realista. Cuando uno empieza a viajar sueña con llegar a cientos de destinos, pero, según vas añadiendo kilómetros a tus travesías, observas que lo esencial no es aquel destino soñado, si no que lo verdaderamente importante es el viaje y cada uno, es libre para decidir a donde encaminarlo y por supuesto, elegir acompañante. Y no, estimado lector/a, no se confunda, realmente se me antoja complicado separar mi camino de quien me acompaña, y no hay momento, en el que no anhele rejuntar los andares.


(...)

El traqueteo del vagón me devuelve a la realidad y me despierta de mi trance mientras me pregunto cuanto de realidad tendrían aquellos pensamientos que en sueños, me han inundado el subconsciente. Observo a través del cristal y contemplo todos los elementos que, junto con el paisaje, se van quedando atrás a la par que sonrío con un tinte melancólico hacia mis adentros.
Lentamente, voy girando la cabeza hasta toparme con esos ojos que tanto me fascinan, posesión de la persona que provocó que olvidase cual era mi estación y que me fuese indiferente el destino del tren en el cual me encuentro. Como otras tantas veces, me pierdo en su mirada, una sonrisa se me dibuja en el rostro y de mis labios se escapa un susurro que contiene un "te quiero".

Recortes en la pared

Posted on 2:10 by Kiros | 4 comentarios

Las luces se apagan, el silencio se propaga y él no es tan temerario como para osar perturbar esa tensa quietud. Levanta la cabeza, mira a su alrededor agitado, como intentando buscar algún detalle que le pueda aportar alguna información acerca del lugar donde se encuentra, intentando mirar mas allá de la oscuridad que le rodea. Entonces, es cuando él se da cuenta de que el sitio donde se encuentra no es para nada desconocido, si no que nada más lejos de la realidad es aquella habitación donde tantos recuerdos e historias hiló.

Miro las frías paredes a la par que paso mi mano suavemente por su hormigón lleno de remembranzas. Recuerdo cuando empecé a decorar esta habitación hace prácticamente un año, parece todo tan lejano(...). Arranco cuidadosamente todos los recortes que estampan esta habitación y los deposito bajo un cofre de siete llaves, bueno, todos excepto uno, tan solo dejo aquel que vale pena, un dibujo donde dos jóvenes se besan, como si nada más importase, como si las ilusiones bailasen solas.

Salgo de la habitación, cualquiera que mirase podría observar una vez más a aquella figura absorta en sus pensamientos deambulando por las calles de esa enigmática ciudad. Sigo caminando y encuentro un gastado banco de piedra, me siento a observar y, como siempre, la calma que se respira en este lugar trae paz interior. Miro el reloj, las manecillas avanzan con parsimonia, Tic-Tac, dos segundos menos para volver a verte, como me haces falta...

Sin más me recuesto sobre la fría piedra, cierro los ojos y antes de que me termine de apoderar el sueño, aparece tu imagen en mi mente a la par que de mis labios se escapa un "te quiero".

Kiros

© 2011 Kiros - All Rights Reserved