El lienzo

Posted on 4:24 by Kiros | 1 comentarios

Redacto estas líneas mientras me pregunto sobre lo que es justo y no es justo en esta vida, muevo mi pluma al compás de una lágrima que recorre libremente mi rostro, para acabar precipitándose en la más absoluta de las oscuridades. Miro a mí alrededor y, entre la penumbra de la habitación, logro distinguir las formas de aquellos cuadros que componen el álbum de fotos de mis recuerdos.

Cierro los ojos y acaricio suavemente el muro de hormigón que compone una de las cuatro paredes que dan forma a este misterioso habitáculo, deslizo mi mano por la fría superficie no sin preguntarme con cierta melancolía el por qué estos muros albergan tanto misterio y, a través de su enigmático tacto hay una sensación que logro distinguir y, como no, la plasmo sobre este lienzo que hace las veces de papiro o de puerta al corazón.

Miro por la ventana, la noche envuelve la ciudad y un mar de estrellas decora elegantemente el cielo, cuya luz, como si de una sinfonía de luciérnagas se tratase, baila solemnemente con la Luna.

Vuelvo sombre mis pasos y poso mis ojos sobre una pintura que ocupa una posición predilecta en este lugar, la observo durante unos minutos en un silencio sepulcral. Cierro mis párpados y, por mi mente, empiezan a desfilar un sin fin de imágenes, de momentos e intuitivamente me dirigo a por mi pluma, no sin antes arrancar este trozo de papel y empezar a escribir sobre uno nuevo:

No hay palabras capaces de expresar lo carentes de sentido que estarían estas letras si tu no estuvieses aquí. Eres la inspiración que mueve mi pluma, la calma en la tempestad, quien me guía cuando mis pasos se pierden, pero también la única que los sabe encontrar.

Kiros


La Sombra.

Posted on 1:14 by Kiros | 0 comentarios

Tac Tac Tac, resuenan sus pisadas en medio de la penumbra, una gota de sudor frío atraviesa su frente y recorre su rostro, sus ojos, retrato del más espeluznante terror, miran desesperadamente por encima de su hombro, quizás con la remota esperanza de no ver a aquella fantasmagórica sombra que le acecha. Su respiración, acelerada y entrecortada, busca bocanadas de oxígeno en mitad de la noche, oxígeno que puede que le empiece a escasear, pero él disipa todos estos pensamientos de su cabeza e incansablemente, sigue con su sinfonía de pisadas que se pierden por un estrecho corredor del casco histórico de la ciudad.

Tuerce por una perpendicular y se desliza rápidamente hasta llegar al centro de una pequeña plaza, donde se detiene mientras examina exhausistamente cuanto tiene alrededor. Tras una breve pausa de apenas unos segundos, decide continuar en dirección Norte, no sin antes comprobar como su perseguidor se acerca peligrosamente, cada vez más cerca de echarle el guante.

Durante cinco eternos minutos avanza calle tras calle hasta llegar a una arboleda, donde sin dudarlo, se adentra perdiéndose entre la vegetación, dejando atrás aquel laberíntico conglomerado de hormigón. Rápidamente se oculta en un escondrijo entre unos matorrales y espera a que todo pase agazapado en las sombras, sosteniendo entre sus manos una foto.

En el reverso de la misma, alcancé a leer: "te quiero".

Kiros


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