La estación

Posted on 18:18 by Kiros | 1 comentarios

Si pudiera, no dudaría en volver atrás, haría retroceder el reloj y pararía en el momento en el que tú estabas en aquella estación de la cual dudo mucho que me pueda olvidar en el resto de tiempo que le quede a mi finita existencia. Recuerdo cada detalle como si los hechos se estuviesen resbalando de mis manos en este mismo instante, me veo reflejado en el cristal, sonrío, cualquiera que me viese podría decir que soy feliz...


-Eras –dice una voz dentro de mi cabeza.

-Cállate –pienso de forma tajante.

Recuerdo que el Sol brillaba, brillaba con fuerza, lejos quedaban esos días donde si había brillado no era por otro motivo que no fuese su ausencia, la suave brisa acariciaba mi tez y mis ojos se perdían en el horizonte, soñando, imaginando, deseando. Recuerdo que las ilusiones las llevaba a flor de piel, al igual que mis sentimientos. Nada podía salir mal, era un sueño hecho realidad, mi Edén.


Dejar tu felicidad en manos de una persona, es un juego muy peligroso, un arma de doble filo que seguramente te acabe cortando, pero esta vez era distinto, lo palpaba a cada segundo, ¿por qué no darle una segunda oportunidad al amor?, me pregunté durante días.


Dicen que quien no arriesga no gana, que si no juegas, no hay opción de ganar, por eso mismo, decidí confiar en lo que sentía, decidí confiar en aquella flor que sin lugar a dudas, era el ejemplar más especial y bello que cierto niño se había cruzado en su escueta vida.

Navegué sin límites por aquellas aguas a las que comunmente se les llama "felicidad", y eso te lo debo a tí, te mentiría si te digo que me arrepiento, te mentiría si te dijese que no lo repetiría.

Por desgracia, todo navegante, se tiene que enfrentar a duras tormentas que hacen crujir las cuadernas de sus navíos y provocan una lucha incansable en el intento desesperado de mantenerse a flote y es que en esta difícil travesía, de vez en cuando, se acaba desembocando en un mar de dudas y no siempre somos capaces de encontrar aquel deseado océano de respuestas.

Quizás, la lucha más dolorosa, sea la que se produce en aguas turbias de traición, siempre es duro que te traicione un amigo, pero...¿quién se espera que le traicione el ser amado?.

Muchas veces, nos vemos envueltos en batallas que han aparecido sin más en nuestra vida, batallas que entran sin llamar a la puerta y de las cuales no siempre se sale victorioso. Dicen, que más vale morir de pie que vivir de rodillas, yo me pregunto estimados lectores/as: ¿hasta que punto sacrificariáis vuestro orgullo por amor? ¿Hasta que punto se puede amar a alguien o a algo? ¿Hasta que punto un hecho es capaz de cambiar tantas cosas?

Recordando...abro los ojos y me veo una vez más en aquella estación. La diferencia es que está vacía, no estás tú. Miro desconcertado a mi alrededor, pero lo único que soy capaz de atisbar son las paredes frías del recinto bajo la capa de luz grisácea que se filtra a través del cielo, alzo la vista completamente, pero no encuentro el Sol.

Me levanto y titubeando, me acerco con un paso tembloroso al borde del andén, miro hacia la izquierda y lo único que puedo ver son recuerdos, recuerdos que jamás podré borrar de mi mente, recuerdos de felicidad que tú provocaste. Despacio, voy girando la cabeza con miedo a lo que me voy a encontrar en el otro extremo, pero grande es mi sorpresa al ver que no hay nada, solo una vía, raíles y traviesas, que paradójico.

Resignado, vuelvo sobre mis pasos y me sitúo una vez más en aquel banco, el cual ha sufrido la mella del tiempo. Hundo la cabeza entre mis rodillas, grito, maldigo, lloro, sonrío, miro al frente y recuerdo cuanto quiero a aquella flor, recuerdo lo mucho que la extraño y recuerdo las ganas que tengo de volver a ser aquel niño especial en la vida de aquella dama.

- ¿El siguiente paso? –dice otra vez la vocecilla de mi cabeza.

Ante mi duda, ante mi falta de fuerzas, guardo silencio durante unos minutos.

- No lo sé Juan –respondo, mientras una lágrima brota en mis ojos y resbala por mi mejilla.






(Gracias por el dibujo Sora) ^_^

1 comentarios:

Snevens dijo...

El siguiente paso es el siguiente tren.
No importa a dónde, ni tampoco con quién,
solo importa seguir adelante por tu propio pie.
Al final, te das cuenta de que avanzar
es la clave para estar bien.
Dejar atrás
esa vieja estación que siempre vamos a recordar
con añoranza,
pero a la que nadie nos irá a buscar
con la esperanza
de encontrarnos sentados en ese banco de madera.
Esa estación que ahora vemos estropeada,
pues ya no posee la perfección que le brindaba
la mera presencia de la persona amada.

Ha sido ya al final del todo cuando me he dado cuenta de que inconscientemente lo he escrito en forma de poesía (y entonces he intentado separar versos y he cambiado alguno que otro), aunque no respeta normas ni métrica, pero bueno, qué es poesía sino los sentimientos expresados en letras, y qué importan las normas cuando de sentimientos se habla. En fin... Tienes todo mi apoyo, ya lo sabes, Juan, para cualquier cosa.

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